Cómo acabar un discurso: 6 claves para concluir

Hay tres partes de una ponencia que recomiendo tener muy controladas y aprendidas para no dejarlas al azar.

  • El inicio: Para despertar la atención desde el primer momento. Comenzar una presentación con fuerza nos gana el permiso para que nos presten atención, al menos un rato.
  • Las transiciones: Para que la presentación fluya de forma natural. Sobre todo saber qué decir entre sección y sección, y conocer bien el orden de las diapositivas para no dar tumbos.
  • El cierre: Porque es lo último (y muchas veces lo único) con lo que la gente se queda. Y lo ideal es quedarnos en sus memorias.

En una entrada pasada hablaba sobre cómo iniciar una presentación para asegurarnos la completa e inmediata atención del público. En resumen: Abrir con fuerza para comenzar con buen pie y asegurarnos de tenerlos en vilo, al menos, un rato más. Ya luego se verá si somos capaces de mantener dicha atención.

Pero tan importante como la introducción es la conclusión. Solemos recordar más fácilmente lo último que hemos visto (o escuchado o sentido). Las últimas palabras, los últimos instantes son capaces de marcar al público y de determinar su opinión sobre la experiencia de habernos escuchado, casi con total independencia de cómo haya ido la presentación antes de su cierre. ¿Qué quiere decir esto?

Una mala conclusión puede fastidiarlo todo

Por un lado, que si la presentación ha sido una basura pero el cierre ha impresionado, la opinión general será muy superior a la que nos merecemos (aunque tampoco hay que esperar un milagro).

Por el otro, si la presentación ha sido espectacular pero la fastidiamos al final, es altamente improbable que nos recuperemos y “cerremos la venta” (vendamos un producto, un servicio o una idea).

Sí, ambos casos son extremos. Pero incluso dentro del espectro de posibilidades, siempre es posible echar el buen trabajo a perder con un cierre inadecuado.

¿Cómo acabar un discurso o una presentación de forma efectiva?

En función de la naturaleza de la ponencia, podremos usar una de estas opciones, o una combinación de ellas para finalizar de forma memorable y hacernos un hueco en sus pensamientos futuros.

1. Volver al inicio

Orgánicamente volver a la idea o historia contada en la introducción y que dio paso al desarrollo del ponencia (como Frodo que regresa a La Comarca al final de El Señor de los Anillos). Hacerlo dará al público la sensación inconsciente (y agradable) de cierre.

2. Llamar a la acción

Invitar al público a realizar una acción relacionada con la idea central del discurso y que le reportará un beneficio. Si pueden realizar un primer paso in situ (como un ejercicio o dinámica de grupo), tendrá mayor impacto y habrá mayores probabilidades de que tomen acción más adelante. Conviene no cerrar directamente con ésta, sino ofrecerla y luego terminar pintando una imagen mental del beneficio de actuar. Más sobre la llamada a la acción.

3. Recapitular

En determinadas ocasiones (presentaciones de trabajo, charlas informativas, pitch de venta), conviene refrescar los puntos más importantes de la ponencia a modo de resumen y su relación con el mensaje principal. Es mejor no cerrar inmediatamente después de éste, sino con algún comentario que dé la sensación de haber llegado al final.

4. Inspirar

Pintar la imagen mental de un futuro mejor, esperanzador, también es posible sin la necesidad de llamar a la acción. Puede que en el cuerpo del discurso ya hayamos desarrollado un plan de acción y anunciado que está actualmente en curso, lo que hace al público un mero oyente de lo que le deparará el futuro. Basta entonces con enamorarlos de la idea de lo que sucederá, y finalizar.

5. Invitar a la reflexión

Parecido a la llamada a la acción y la posterior consecuencia de actuar, podemos también lanzar una idea sobre la cual no haya que actuar físicamente, pero sí digerir mentalmente. El solo hecho de tener que desarrollarla en su mente hará que el público adopte una postura u otra, idealmente cambiando su forma de pensar sobre el tema en cuestión.

6. Dejar con ganas de más

Como en la última película de Batman en la que se desvela la identidad de Robin, casi en la última escena, y dan cabida a una siguiente película. No tenemos por qué dar toda la información de la que disponemos en un solo discurso. Podemos añadir mucho valor en un primer momento a la vez que construir expectación al final de la ponencia sobre las posibilidades de seguir escuchándonos: “…aunque esto, amigos, escapa el alcance de la ponencia de hoy. Pero si queréis oír más al respecto os invito a volver la semana próxima (o a entrar en mi web)…” y luego terminar.

Dedica tiempo a diseñar tu conclusión para lograr un verdadero impacto. Busca abrirte un hueco en sus mentes y con tus últimas palabras convertirte en la semilla que genere el cambio.

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