¿Cuánto tiempo debe durar una presentación?

cuánto tiempo debe durar una presentación

El martes pasado, mientras impartía un curso, uno de los participantes preguntó lo siguiente:

¿Qué es peor? ¿Pasarse de tiempo o quedarse demasiado corto?

Hablábamos sobre la importancia de la preparación y la necesidad de seguir un guión para no irse por la tangente y hablar más de lo debido… Él defendía que es mejor pasarse de tiempo, asegurándose de incluir todo el contenido necesario (para que falte, mejor que sobre), y que quedarse demasiado corto dejaba a los oyentes con la sensación de no haber recibido el suficiente valor.

Mi respuesta inmediata fue vaga, defendiendo siempre el ceñirse al tiempo establecido, pero sin dar un argumento concreto sobre las razones por las que hablar por menos tiempo no era problemático.

Igual que los conciertos, preferimos que algunas presentaciones no terminen pronto

En octubre fui a Barcelona a ver un concierto de Placebo. Han sido mi banda de música favorita desde hace más de una década. Aunque comienzo a reconocer que me estoy haciendo mayor. Disfruto de su música menos que antes y, por eso, la primera media hora del concierto, en la que tocaron casi solamente temas nuevos, no me divertí como lo hubiera hecho en su día.

Por supuesto, después de un rato, con la energía en la sala a medio gas, dieron paso a los clásicos de siempre y el subidón fue memorable. Tema tras tema, me dejé la voz mientras daba botes por toda la sala, encantado de la vida. Y, sin darme cuenta, otra media hora más tarde, dieron las gracias y se fueron… ¿Cómo era posible que, tras los dos conciertos que me cancelaron en 2010, y con el mono que llevo teniendo desde entonces, me suba un miércoles en la tarde en un avión para verlos en Barcelona y que tengan la desfachatez de tocar una mísera hora? Por suerte fue un amago y tocaron otra media hora porque, si realmente se hubiesen ido, los habría esperado a la salida con la hoja de reclamación.

Cuánto tiempo debe durar una presentación dependerá de su naturaleza

Volviendo a esta semana… Esa noche, tras la sesión formativa y la pregunta del alumno, le di algunas vueltas al asunto.

He oído muchas veces que nadie nunca se ha quejado de una presentación más corta de lo debido. Ahora discrepo, parcialmente.

Pensando en los conciertos en los que me han dejado con ganas de más y ni siquiera han tocado un solo tema adicional, reconozco que hay presentaciones que quiero que duren (al menos) el tiempo pactado. Y que no me apetece que terminen antes.

No. No defenderé nunca que nos pasemos de hora a la hora de hablar en público. Al fin y al cabo, la gente tiene otras cosas que hacer, y comerse el tiempo ajeno es una falta de respeto. Tanto para el público como para los demás ponentes (si hay charlas posteriores).

Hablar menos de lo previsto puede ser contraproducente

Dependiendo de la naturaleza de la ponencia, cortar considerablemente antes de lo previsto puede ser muy mal visto. Principalmente en ocasiones en las que el público asiste a la presentación por ver a la persona y no necesariamente por el tema a tratar. Buscan el entretenimiento, la sabiduría, la experiencia… Y si, además, pagan por verle, ni te cuento.

En líneas generales, si se trata de una presentación profesional en la que el objetivo es informar o persuadir, una vez alcanzado ese objetivo, no hay gran necesidad de continuar, aunque quede tiempo por delante.

Si el propósito de la ponencia es entretener, motivar o inspirar, el tiempo importa casi tanto como la calidad del contenido. Ya que el valor está directamente asociado al tiempo en el que estamos en contacto con el ponente.

Pero, ante la duda, siempre prepárate para hablar un 75%-80% del tiempo. Siempre te extenderás algo más. Entre los aplausos, las risas, los contratiempos y alguna ida por las ramas, terminarás casi completando el tiempo preestablecido.

¿Qué opinas tú? ¿Mejor pasarse o quedarse corto?

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