
¿Puede el resultado de un debate político definir el futuro de un país? Parece que sí. Si no, pregúntales a los difuntos Nixon y JFK.
Yo de política sé tanto como de fútbol. Poco. Y aun así, la mayor parte de la población (yo incluido) se siente con la autoridad para opinar sobre Ronaldo o Messi. Al fin y al cabo, son de dominio público.
Igualmente, todo el que tenga nacionalidad española y la mayoría de edad, podrá decidir el futuro político de España el 26 de junio de este 2016. Porque no hay que ser politólogo para votar. No hay que leerse un programa político para tener una opinión (aunque sería conveniente).
Yendo a lo más básico, para poder decidir por quién votar, basta con hacerse, al menos, dos preguntas:
- ¿Estoy mejor que hace cuatro años?
- ¿Alguno de estos candidatos facilitará que esté mejor dentro de cuatro años?
La respuesta a la primera pregunta es objetiva. Te la dará tu cuenta bancaria.
La respuesta a la segunda pregunta es subjetiva y está ligada a una cosa: La confianza. Porque todos los candidatos políticos nos prometen un futuro de esperanza. Pero, ¿a quién creer?
Impresiones sobre el pasado debate político
Es ahí donde entra el debate político del lunes pasado, junto con el maratón de discursos que hemos estado viendo (o no) desde entonces y los que faltan por ver antes de las segundas elecciones.
Insisto, De política sé muy poco, por no decir nada. Y parte de mi falta de conocimiento es consecuencia de la indiferencia que nace de la desilusión. Sí, desilusión provocada por el mucho hablar y el poco hacer al que nos tienen acostumbrados.
Pero sobre hablar en público tengo un criterio mejor formado. Por eso, aquí tienes mi análisis sobre lo que vi (y sentí) el lunes 13 de junio en el debate político a cuatro. Basado en los puntos de mejora que ayudarían a cada candidato a ganarse mi confianza, no busca apoyar a ninguno de ellos ni posicionarme como simpatizante de ninguno de los partidos.
Mariano Rajoy
- Ayudas visuales: Cuando las usó, no se vieron. Parecía como si se las mostrase a sí mismo o, si acaso, a los periodistas. Es importante recordar que el verdadero público es el televidente, que es quien luego decide si votar. Por eso, más vale mostrarnos las ayudas visuales para reforzar el mensaje.
- Gesticulación: Vi movimientos de las manos muy repetitivos, frecuentes gestos de señalar y un bolígrafo pegado con “superglue” en sus manos. Una gesticulación más natural y fluida, con las palmas abiertas, ayuda a despertar la confianza del interlocutor.
- Tics: Tiene tics nerviosos y muecas, sobre todo con los ojos. Éstos transmiten nerviosismo y muestran (probablemente de manera involuntaria) un gesto poco amigable. Esto tiene un tratamiento lento ya que requiere primero verse en vídeo, tomar conciencia y darse cuenta en futuras intervenciones. Pero se puede.
- Actitud: Sentí un tono muy paternalista acompañado de frases casi insultantes como “no hacer los deberes” o “de práctica” (apelando a la falta de preparación). Se puede ser muy efectivo con palabras más elegantes sin necesidad de recurrir al ataque gratuito.
- Preparación: Se lio en varias ocasiones al hablar sobre contratos fijos vs temporales o sobre PYMES y autónomos. Además, en el cierre del primer bloque lo agarraron fuera de base al pedirle “cerrar de nuevo”, donde al improvisar se le vio el “plumero” más paternalista. Más preparación.
A su favor, tengo que decir que al menos ha dejado (hace ya tiempo) el plasma y finalmente ha accedido a participar en el debate político a cuatro.
Pedro Sánchez
- Sentimiento: Vi a un Sánchez muy preparado, pero con el foco más en lo que decía que en lo que sentía al respecto. Me pareció memorizado y robótico y, por eso, no conectó conmigo. Para convencer hay que creerse sus ideas tanto como para sentirlas de verdad.
- Actitud: Hostil. Las palabras pueden ser muy poderosas; junto a los gestos pueden herir como balas. Yo rebajaría la fuerza del ataque con gestos y ademanes más suaves para no ahuyentar al televidente.
- Repetición: Es una figura retórica que funciona bien para dejar claro el mensaje, pero usado en exceso puede desayudar. Opino que se pasó achacando a Iglesias el bloqueo de las elecciones anteriores. Entre esto y el punto anterior, sus propuestas pasaban a un segundo plano y daba la impresión de dar más importancia a los reproches. El objetivo es ganarse a la gente no pisotear a los demás; importante tener el foco claro.
- Postura: Detrás del atril daba la impresión de estar en su casa, de ser “el jefe”, con un toque informal y chulesco. Una postura erguida, acompañada de gesticulación fluida y un gesto amable en la cara es la mezcla adecuada entre autoridad y cercanía.
Me gustó la garantía de dos años y su estructura de libro en cada intervención: Primero caña al adversario (problema) y luego propuestas bastante claras (solución).
Albert Rivera
- Interrupciones: En varias ocasiones interrumpió a sus adversarios, especialmente a Iglesias y a Rajoy. Esto le hizo perder elegancia y autoridad. Más calma, más seguridad.
Me gustaron varias cosas de sus intervenciones:
- Uso de anécdotas.
- Gesticulación y uso de las manos.
- Modulación de la voz. Me sonó humano y sentido.
- Cada intervención fue un mini discurso con inicio, cuerpo y fin.
- Ataques elegantes.
- Frases potentes.
Pablo Iglesias
- Contacto visual: Me costó entender a quién dirigía su mirada al hablar. No era a mí como televidente, pero tampoco a sus contrincantes. Vuelvo: Es importante recordar que el verdadero público es el televidente, que es quien luego decide si votar.
- Grandilocuencia: Usó palabras rebuscadas y un excesivo tono de discurso político. Esto no conecta con la gente de carne y hueso. Para acercarse a la gente hay que bajar ese tono y usar una retórica de gente normal.
- Uso de las manos: Las manos abiertas ayudan a generar confianza; el bolígrafo en la mano impide abrir las palmas. Soltar el bolígrafo le ayudará a gesticular de manera más natural.
Me gustó que ha rebajado su nivel de hostilidad, dando una imagen bastante más amigable que antes. Me pareció un gesto de caballero dar la razón al PSOE en una medida. ¿Estudiado? Seguro, pero funciona.
Conclusiones del debate político a cuatro
Sin entrar al contenido, desde la perspectiva de la oratoria, opino que Albert Rivera lo hizo mejor que los demás. Fue capaz de ganar mi confianza de individuo a individuo ya que sentí que me habló a mí, mostrando su lado humano.
Los demás se quedaron cortos (alguno más, alguno menos) y, desde esta perspectiva, tienen mucho que hacer para ganar mi voto.
Pero como el contenido también importa, y no vale sólo la puesta en escena, el verdadero ganador del debate político del lunes pasado terminará siendo elegido en las urnas. ¿O no?
¿Qué opinas tú? ¿Quién crees que lo hizo mejor? ¿Opinas que el resultado de este debate político influirá de manera directa en la cantidad de votos que recibirá cada candidato? Deja tu opinión en el área de comentarios.
Gran artículo Sebastián, comparto cada una de tus apreciaciones.
¿Qué te pareció el minuto de oro de los candidatos? A mí me resultó demasiado artificial ¿Quizás vendría mejor adquirir técnicas de interpretación para exponer en ese minuto? Es complicado
Está prácticamente enterrado en el olvido… La pregunta es, ¿cuánto se lo creen? Para parecer genuino, lo primero es creerse muy bien su mensaje.