
Esta entrada ha sido amablemente escrita por Pau Cortadas Guasch, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya desde 2002. He llevado asignaturas relacionadas con la Economía Laboral y la Teoría Económica y, en los últimos años, especializado en el área de Micreoconomía. Ha escrito varios manuales y libros que relacionan la Teoría Económica y la Tecnología. Es Máster de la Sociedad de la Información y actualmente centra su investigación para la tesis en temas de ocupabilidad y TIC.
Hoy en día nos comunicamos más por escrito que verbalmente. A nivel social, los “whatsapps” o mails están ganando terreno a las llamadas o a los encuentros físicos. Y si analizamos nuestro entorno laboral, el uso de las relaciones escritas todavía está más en boga.
Comunicación y emociones
Cuando uno habla, expresa sus opiniones y sus sentimientos. En cambio, cuando uno escribe, expresa opiniones pero el estado de ánimo lo pone, ante todo, el interlocutor. Ésa es la clave y es lo primero que me enseñaron desde el momento en que el 90% de mis relaciones laborales serían por escrito.
En mi caso, como profesor de una universidad virtual, me relaciono básicamente vía e-mail. Desde el 2000 estoy perfeccionando mi técnica y voy aprendiendo a escribir de forma neutra, valorando cada una de las palabras y las posibles interpretaciones y entonaciones que les puede dar el destinatario de mi mensaje. El esfuerzo por hacerlo bien (y algún que otro encontronazo inesperado) me ha hecho marcar unas pautas a la hora de escribir que pueden serte útiles, especialmente en un entorno laboral.
Consejos para escribir en el trabajo y conseguir resultados adecuados
1. Escribir siempre lo justo, ni más ni menos. La escritura en exceso aumenta el peligro de causar agravios, de ofender y además puede cansar al lector, empeorando su estado de ánimo y consecuentemente el tono que aplica a nuestras palabras. Escribir lo que queremos decir sin divagaciones, aunque sin escatimar información.
2. Hacer frases cortas y claras, usando bien las comas, los símbolos y las palabras que ayuden a suavizar el texto (“gracias”, “por favor”, “si no es mucha molestia”).
3. Evitar escribir en mayúsculas, el interlocutor lo leerá como si de un grito se tratara.
4. Buscar conceptos definitivos, sin segundas interpretaciones.
5. Releer siempre lo que uno ha escrito desde el punto de vista del interlocutor.
6. Tener una actitud pasiva a la hora de escribir, sobre todo si eres parte implicada desde el punto vista emocional. Se puede escribir “en caliente”, pero ese mail, esa comunicación, tiene que reposar unas horas hasta que ya estemos más relajados y podamos releerlo desde otra perspectiva.
7. No dejar que los dedos sean un mero instrumento del cerebro. Es muy habitual que la gente vomite lo que está pensando, clique ENVIAR, y el interlocutor reciba frases cortadas, inconexas y sin contenido lógico.
8. Y sobre todo, no escatimar nunca el “gracias” o el “abrazo” final. Esta manera de terminar una interlocución puede corregir posibles defectos cometidos durante la charla virtual.
Tecnología + Emociones = Emoticonos
Los emoticonos, si bien no se deben utilizar en un entorno laboral, sí han ayudado a no trasladar ese déficit de la palabra escrita a nuestro entorno social. No hay que abusar de la sevillana bailando, pero sí que hay que medir las palabras y, si hace falta, intentar suplir la inexpresividad de la comunicación digital con los emoticonos.
En cualquier caso, no hay que desvalorizar la palabra escrita. La pericia del que redacta permite ser más o menos hábil a la hora de influenciar emocionalmente al que lee. Especialmente en las relaciones personales, siendo conscientes de la dificultad descrita anteriormente, podemos llegar a transmitir emociones y nuestras palabras influyen inevitablemente en el estado del que lee.
Imagina una frase tan simple como:
“Ven aquí.”
Léela. ¿De cuántas maneras eres capaz de verbalizarla? ¿Cuántas entonaciones y tonalidades puedes darle?
“¡Ven aquí!”
“Ven aquí, por favor.”
“¿Te importa venir?”
“¡VEN AQUÍ!”
“Ven.”
A nivel escrito podemos poner o no el signo de exclamación o podemos, por ejemplo, acompañarnos de un “por favor”. Estos matices nunca llegarán a los hablados pero debemos intentar que al menos tiendan a la versión positiva de la lectura (siempre que éste sea nuestro objetivo).
La importancia de la neutralidad de las palabras escritas
Este corto de Dani Montes realizado para el I Festival de Cortos Express ‘SOHO Málaga FASTival’ demuestra el peligro de la comunicación escrita en las relaciones y cómo se va haciendo más grande “la pelota”.
¡Qué peligrosa la frase “tenemos que hablar” como para ponerla por escrito!
Si bien el objetivo del vídeo es aumentar nuestras relaciones presenciales y el de este escrito no, sirve de ejemplo sobre la importancia de la neutralidad de las palabras escritas.
No dejemos de relacionarnos virtualmente. Como profesor, la interacción con los estudiantes es mayor ahora vía mail que cuando era presencial. La timidez de los estudiantes u otros motivos no permitía ese contacto. Interactuar nos hace más inteligentes, sea en el formato que sea, pero si es por escrito, hagámoslo con suma prudencia y expresando claramente lo que queremos decir.
Repito: Cuando uno habla, expresa sus opiniones y sus sentimientos. Cuando uno escribe, expresa opiniones, pero el estado de ánimo lo pone el interlocutor.
Interioriza este concepto. Te ayudará en tus relaciones virtuales y no perjudicará las presenciales.
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