Estrés. Palabra cada vez más usada en el día a día del humano promedio. Acuñada (en los términos conocidos actualmente) casi con total seguridad durante el siglo pasado, es la presión psicológica experimentada cuando sentimos que una situación nos supera.
Estrés sentimos cuando el jefe pide algo para “ayer”, cuando nos vamos a casar, o cuando hablamos en público. Y cuando dejamos que estas situaciones nos superen, los resultados suelen ser entre menos que satisfactorios y penosos.
Como no ofrezco consejos de pareja ni herramientas para convertirse en el empleado del mes pregunto, ¿qué pasos debemos dar para evitar que el estrés nos carcoma y la presión psicológica nos haga trizas?
Más allá de prepararnos como toca, la respuesta está en lo que yo llamo el Flujo de Ansiedad que es el proceso por el cual pasamos cuando experimentamos la ansiedad que nos produce hablar en público y que está compuesto por tres momentos:
- Antes de la presentación: Comienza justo cuando nos anuncian que debemos dar una presentación y termina uno o dos días antes de ésta.
- Justo antes de la presentación: Comienza uno o dos días antes y acaba justo cuando subimos al escenario.
- Durante la presentación: Va desde el momento en que subimos al escenario hasta que salimos de éste al terminar de presentar.
Basándonos en estos tres momentos, ¿qué podemos hacer entonces para controlar nuestro medio a hablar en público y el estrés que éste supone?
ANTES DE LA PRESENTACIÓN
Inicia la preparación a tiempo: La semana pasada hablábamos de este tema. Básicamente supone que, mientras más tarde comencemos a prepararnos, menos estrés sufriremos en la primera etapa (“Antes de la presentación”), pero mayor será en las siguientes dos etapas, aunque sobre todo en la última (“Durante la presentación”) que es donde realmente importa. Comienza a prepararte de inmediato y tu nivel de estrés se verá reducido notablemente. Más detalles en este enlace.
Sólo haz presentaciones propias: Una de las claves para controlar el miedo a hablar en público es saber de qué hablamos y tener claro qué decir al respecto. Esto lo da (1) el conocimiento y (2) la preparación. Sólo si la presentación es nuestra o está lo suficientemente adaptada a nuestra propia experiencia y personalidad, nos sentiremos cómodos haciéndola. Si te dicen que debes hacer una presentación ajena, reza para que tengas al menos un par de días para prepararte y adaptarla a tu manera de hacer las cosas.
JUSTO ANTES
Ten la logística controlada: Esto no calma el estrés per se, pero sí evita que aumente. Lo peor que puede pasarnos justo antes de comenzar es que falle el proyector, que nos demos cuenta de que no tenemos la última versión de las diapositivas, o que se nos haya quedado el cargador del ordenador en casa (como casi me pasó en mi último curso). Hazte un check-list de las cosas que necesitas tener controladas el día “D” y revísalo la noche antes. Además, llega al lugar con al menos una hora de margen para probar que todo funcione como toca. Más detalles en este enlace.
Respira: La respiración consciente es el método que mejor me funciona a la hora de calmarme. Por muy controlado que tenga el asunto, justo antes de hablar tengo el corazón a mil y un vacío brutal en el estómago. Respirar profundo y despacio me ayuda a liberar la tensión. Además, contar hasta cuatro al inhalar, aguantar un momento, y luego contar hasta cuatro al exhalar, ocupa mi mente y la libera de la voz interior que me machaca. Por eso respira profundo, despacio y contando para calmarte antes de hablar.
DURANTE
Busca caras amigables: Llega el gran momento y, a pesar de que has hecho todo lo que comento arriba, la ansiedad sigue a flor de piel. Es normal y hay que seguir adelante. Una de las razones de esta ansiedad es el miedo a ser juzgados negativamente. Pero, ¿cuán negativamente puede juzgarnos alguien que nos está brindando su mejor sonrisa? Por eso, durante el primer minuto (que es el más complicado) busca establecer contacto visual sólo con las caras más amigables del salón. Te contagiarán de su energía positiva. Una vez pasado ese minuto, tendrás la fuerza suficiente como para pasar a mirar al resto del público.
El estrés a la hora de hablar en público es normal, pero se nos puede ir de las manos fácilmente si no hacemos nada para gestionarlo. Utiliza estas herramientas y estarás un paso más cerca de hacer una presentación exitosa y que logre los resultados que buscas.
¿De qué otra manera gestionas el estrés al hablar en público? ¿Qué otras herramientas utilizas para calmar tu nivel de ansiedad y presentar con seguridad?
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