Tener algo importante que decir es normalmente necesario para que se te escuche, salvo que el importante seas tú.
No es que a las celebridades se les permita decir cualquier tipo de tonterías (fuera de los programas de prensa rosa) pero, por lo regular, cuando eres la autoridad en algo, la gente es más propensa a escucharte. Incluso cuando no tienes nada demasiado importante que decir.
Para ganarnos el derecho a que nos escuchen o, dicho de otro modo, para que nos hagan caso, existe un factor fundamental sin el cual dicha tarea es casi imposible. La credibilidad. Las tablas, la experiencia, los logros, el curriculum vitae, y todo lo que certifique nuestra superioridad en cualquier materia, nos da derecho a hablar sobre ésta. Contar con dicha credibilidad permite a la gente decirse a sí misma: “éste sabe de esto; a ver qué tiene que contar al respecto”.
Lamentablemente, no siempre es posible que todo el mundo se entere de quiénes somos antes de nuestra ponencia. De hecho, en algunos casos, tampoco tenemos cómo demostrar ser ninguna eminencia. Entonces, ¿cómo hacer para que nos hagan caso?
Por suerte, lo que importa no es tanto la credibilidad real y efectiva que podamos tener. La verdadera moneda de cambio es la percepción que pueda tener el público sobre nuestra credibilidad. Teniendo esto en cuenta, ¿qué se puede hacer para maximizar la credibilidad ante sus ojos? Tunear la percepción del público sobre nuestra credibilidad.
Cuatro consejos para maximizar la credibilidad a ojos del público
Aviso a navegantes: No estoy defendiendo que timemos a nadie, que vendamos humo ni que contemos batallas de otros en nuestro nombre. Pero sí hay maneras de lograr que los demás se muestren más propensos a escucharnos sin que tengamos que fardar de nuestras credenciales.
1. Con nuestra introducción
En determinados eventos, es común que alguien nos presente justo antes de que comencemos a hablar. Si preparamos nosotros mismos la presentación que esa otra persona vaya a leer y se la entregamos a tiempo, podemos asegurarnos de que diga cosas relevantes y que ayuden a consolidar nuestra imagen como autoridad en el tema.
Si se trata de un foro distinto (curso, presentación comercial), las comunicaciones que enviemos de antemano por email dirán mucho de nosotros. A más profesionales, mejor será la imagen que proyectemos y, en consecuencia, su percepción sobre nosotros. Si hay manera de colar el currículum sin que cante demasiado la intención, todavía mejor.
2. Con la primera impresión
Dicen que es muy complicado recuperarse de una mala primera impresión. Y en esto hay dos cosas que nos pueden destruir incluso antes de abrir la boca: llegar tarde y llegar desaliñados.
Hay que llegar con tiempo suficiente para prepararnos, probar que todo funcione y, si algo va mal, poder reaccionar adecuadamente. Esto proyecta seriedad.
Además, debemos ir vestidos para la ocasión. Incluso un pelín más formales que el público. Siempre es más fácil quitarse una corbata que esconder unos vaqueros.
Por otro lado, algo que también ayuda un montón es mostrar una actitud positiva. Que se note que estamos contentos de estar ahí, dispuestos a añadir valor a toda la sala. Recibir al público amablemente, con entusiasmo y con una sonrisa suele suavizar los ánimos.
3. Con el trato al público
Un amigo se permite escucharnos más fácilmente que un extraño. Pero como encontrar amigos en una ponencia no sucede siempre, conviene intentar hacerlos antes de presentar. Un poco de networking con la gente, siempre que sea posible, ayuda a acercarnos a ésta, conocer sus nombres y posiblemente sus preocupaciones. Podemos usar activamente esta información durante la charla para reforzar los vínculos iniciados en las conversaciones anteriores.
Durante dichas conversaciones preliminares, si tenemos la suerte de descubrir que tenemos cosas en común con alguien, hemos descubierto oro. ¿No te ha pasado que te presentan a alguien y te parece un “pamplinas” hasta que te dice que ha viajado a algún lugar al que has ido también y de repente comienza a interesarte? Compartir puntos de vista o experiencias con alguien nos hace sentirnos afines. Por la misma regla de tres, buscar terreno común con el público ayuda a que nos escuchen.
4. Con la puesta en escena
Citar a personalidades famosas con gran credibilidad (siempre que la cita sea relevante a nuestro mensaje) hace que tomemos prestada su credibilidad.
“Nada grandioso fue jamás logrado sin entusiasmo.” – Ralph Waldo Emerson. Útil en una charla sobre alcanzar nuestros sueños, por ejemplo.
Asimismo, al hablar de datos, estudios, sucesos, mientras más específicos seamos, más creíble resultará lo que contamos y daremos la sensación de ser minuciosos en nuestra investigación. Ejemplo: ¿Qué suena más creíble? “Un estudio dice que la capacidad de atención del humano es inferior a la de un goldfish”. O “según estadísticas publicadas por The Associated Press en abril de 2013, la capacidad de atención del ser humano actual es de 8 segundos, uno menos que el goldfish.”
Con tanto teléfono móvil por ahí suelto, ya es difícil que nos escuchen. Pero si logramos que nos escuchen, démosles razones para que nos hagan caso. Ayudémosles tuneando un poco su percepción sobre nosotros.
¿De qué otras formas logras que hagan caso a tus argumentos cuando no te conocen?
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