Ehhh… hmmm… ahh… pues… este… ¿no?
¿Te suena? Si no, intenta decirlo en voz alta y verás como de repente sabes de qué te estoy hablando.
Muletillas.
Las muletillas son estos sonidos involuntarios, cuasi guturales, que emitimos cuando hablamos y que no aportan nada al mensaje que buscamos transmitir. Un «ehhh», «ahhh», «hmmm» entre frase y frase. Y si es enfermizo, entre palabra y palabra.
¿Cuándo usamos las muletillas? Cuando no estamos 100% seguros de lo que queremos decir inmediatamente después y tenemos que pensar antes de continuar la frase. Y, mientras pensamos, como nos incomodan los silencios, decimos “ehhh” o algo parecido, a modo de relleno.
Te lo cuento en este vídeo.
Las muletillas son normales, pero ojo…
Si cuando hablamos usamos muletillas muy de vez en cuando resulta natural y auténtico y no afecta de ninguna manera al discurso. De esta manera son casi imperceptibles, porque son normales y parte integral de las conversaciones cotidianas.
El problema ocurre cuando metemos muletillas con tanta frecuencia que quien nos escucha se percata de ellas y su atención comienza a desviarse del mensaje a las muletillas.
En este caso quien escucha puede interpretar que quien habla carece de autoconfianza y seguridad en sí mismo, no se ha preparado bien el discurso o, incluso, que no tiene mucha idea sobre lo que habla. Y en el peor de los casos, la autoridad se ve cuestionada, la credibilidad sufre y, por tanto, el mensaje no logra su objetivo.
La clave para evitar usar las muletillas de manera indiscriminada y las consecuencias asociadas a su uso está en la pausa. En lugar de rellenar el espacio vacío con un sonido cualquiera, una pausa en forma de silencio te da el mismo tiempo necesario para poder decir lo que quieres decir. Pero no distrae ni mina la percepción que se hacen los demás de ti.
¿Qué opinas? ¿Te has percatado de tu propio uso de las muletillas? ¿Y del de los demás? Cuéntanoslo en el área de comentarios.
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