“Ninguna palabra ha sido nunca tan efectiva como un silencio preciso.” – Mark Twain
Sabia cita, pero por alguna razón olvidadísima cuando nos planteamos hablar en público.
¿En cuántas presentaciones has estado en las que el ponente habla como una ametralladora y, además, se pasa del tiempo estipulado?
Cuando preparamos presentaciones tenemos la tendencia a querer poner con calzador toda la información que quepa. Tenemos la idea errónea de que, mientras más cosas digamos, más parecerá que sabemos del asunto y que hemos dedicado horas muertas para alcanzar nuestro nivel de “expertise”.
Lo realmente cierto es que, mientras más información ponemos en el guión de nuestra presentación, mayor es la velocidad en la que tenemos que hablar para que quepa todo el contenido sin que nos pasemos del límite de tiempo preestablecido.
Y si mezclamos mucha información con alta velocidad de dicción en un espacio de tiempo limitado, las probabilidades de entendimiento tienden a cero.
O siendo más científicos:
Mucha información + Alta velocidad de dicción + Espacio de tiempo limitado = Desastre total
Qué hacer para que el mensaje se entienda
*Antes de la presentación
Primero que nada, preparar cuidadosamente la presentación de manera que, tras ensayarla muchas veces, podamos asegurarnos de que, no sólo no nos pasamos del tiempo indicado, sino que nos sobran algunos minutos para imprevistos y preguntas.
*Durante la presentación
Pausar en momentos clave.
Una de las mejores herramientas para que el mensaje logre su cometido
Una pausa puede ser más elocuente que cualquier frase, siempre que se use de manera inteligente. Es decir, en el momento preciso y con la longitud adecuada.
Cuando hablamos en público, las pausas ofrecen dos ventajas fundamentales:
1. Facilitar la reflexión del público
En una presentación, el ponente suele transmitir mucha información. Para que ésta sea entendida y retenida, debe ser correctamente procesada por los oyentes. Y para ello se necesita tiempo.
Por eso, no sólo debemos reducir nuestro contenido al mínimo necesario para poder tratar las ideas con calma. También tenemos que dar la oportunidad al público para reflexionar sobre lo que decimos y que le encuentre su propio sentido.
¿Cómo lograr esto? Pausando durante unos segundos justo al terminar una idea.
2. Poner énfasis sobre frases importantes
Sí, todo lo que tienes que decir importa. Pero no todo tiene el mismo peso. Algunas frases son especialmente potentes y merecen un trato preferencial para que el público entienda su importancia dentro de tu discurso.
El silencio es elocuente y destaca entre el bombardeo verbal. Si, por cualquier razón, hemos perdido a alguien en el camino, hacer silencio despierta su atención y le ayuda a que vuelva a sintonizar con nosotros.
Pero cuando nos está prestando su atención, una pausa bien situada y suficientemente larga (varios segundos) dice que lo que se aproxima es especialmente importante. Genera expectación invitando a prestar mayor atención todavía.
No tengas prisa y usa pausas inteligentes de vez en cuando. Tu mensaje será escuchado con atención y logrará el impacto necesario para mover a la acción.
Interacciones con los lectores