6 trucos para dar una primera impresión “impresionante”

primera impresión

Imagina que recientemente te han promocionado. Eres la nueva estrella en la empresa, se está hablando mucho de ti y ahora toca demostrar lo que vales. A los tres días de tu promoción, tu jefa te dice que tienes que presentar tu plan de expansión a la junta de directores a quien no conoces. Sabes que la primera impresión que se lleven de ti definirá en gran medida la dinámica futura con estas personas. Por ello hay muchísimo en juego.

Llega el gran día y la única opción válida es lucirte. La importancia del evento es tal que no has sido capaz de dormir bien durante las últimas dos noches. Has podido disimular las ojeras, pero el nudo en el estómago no te lo quita nadie y ya no tienes tiempo para liberar todo el estrés que llevas encima. Te dan paso a la gran sala de juntas donde te esperan sentados y, a priori, escépticos.

Te presentan, te dan la palabra y, de repente, metes la pata hasta lo más profundo… Y el desastre es monumental.

La primera impresión cuenta más de lo que nos imaginamos

En un artículo de Forbes, Carol Kinsey Goman dice que en el momento en el que nos presentan a una persona desconocida, nuestro cerebro hace miles de cálculos instantáneos que determinan su percepción sobre nosotros. En apenas siete segundos podemos hacernos una idea más o menos fiable de si podemos o no fiarnos de esta persona, si tiene el mismo estatus que nosotros, si merece la pena dedicarle nuestro tiempo, y un sinfín de cuestiones.

Si bien esos juicios iniciales están estrechamente ligados a los modelos mentales de cada quién, se producen como reacción a la impresión que genera ese primer encuentro. Esa primera impresión.

¿Qué pasa por nuestra cabeza durante esa primera impresión?

Otro artículo que leí recientemente en The Atlantic sobre el libro de Heidi Grant Halvorson, No One Understands You and What To Do About It (“Nadie te entiende y qué hacer al respecto”) me ha hecho ver esta dinámica social con otros ojos. Dice que todas las personas interactuamos con los demás con un fin determinado. Esto supone que nos planteamos una de las siguientes tres preguntas sobre la persona con la que interactuamos:

(a) ¿Es de fiar?

(b) ¿Es útil para mí?

(c) ¿Amenaza mi autoestima?

Cómo contestemos a estas preguntas como resultado de esa primera impresión determinará el juicio que hagamos sobre nuestro interlocutor, si será positivo o negativo.

Siete segundos, tres preguntas, y la percepción que de repente tenemos sobre nuestro interlocutor definirá, en gran medida, la conexión e intensidad del resto de la interacción. E incluso de si habrá o no interacciones futuras.

Una buena primera impresión puede abrir puertas y paso a posibles relaciones profesionales y/o personales.

Una mala primera impresión no imposibilita lo anterior, pero lo dificulta muchísimo.

¿Existe la posibilidad de una segunda impresión?

“Mata un perro y te llamarán mataperros.”

Me encanta este dicho popular que aprendí hace tiempo con Eva, mi mujer. Basta con una metedura de pata y la crucifixión será inevitable.

El problema es que en muchas circunstancias no hay oportunidad para reivindicar esa primera impresión con una segunda. Sobre todo cuando no tenemos nada ni nadie que nos avale, ya sea nuestro nombre, nuestra empresa o nuestro cargo. No todos firmamos en nombre de Apple, nos llamamos Lady Gaga o somos presidentes de un país.

La atención que se nos preste y el caso que se nos haga dependerán enteramente de la percepción que se hagan los demás de nosotros en ese primer momento. Y si nos ponemos filosóficos podríamos decir que de ahí derivará cuán robustas sean nuestras relaciones y el desarrollo profesional conseguido, en parte, como consecuencia de éstas. Vamos, que los humanos somos complicadísimos y basta con caer en desgracia para no salir de ella ni con una grúa.

En entrevistas de trabajo, reuniones con potenciales clientes, eventos sociales y presentaciones de cualquier tipo, la primera impresión será lo que determine si la persona que tenemos en frente se molestará siquiera en darnos unos segundos de gracia.

Teniendo eso en cuenta, ¿qué debemos hacer para causar una buena primera impresión y asegurarnos de que nos escuchen?

6 claves para lograr una gran primera impresión

El éxito al lograr una fantástica primera impresión comienza mucho antes del encuentro. ¿Qué tener en cuenta antes? 

1. Prepárate bien

Como dice Chema Palomares, el 80% del éxito de una presentación está en la preparación. Tener un objetivo claro, un mensaje específico y una estructura sólida es la base de todo. Sin esto estamos perdidos. Pero si lo tenemos controlado, llegaremos al encuentro confiados de que tenemos las herramientas necesarias para hacer un buen trabajo.

2. Vístete para la ocasión

Visto desde fuera parece obvio. Pero parece que no lo es del todo para algunos. Basta con no investigar correctamente la etiqueta del evento para que, viendo que no encajamos con los demás, comencemos a sentirnos incomodísimos y fuera de lugar. Por norma, en el mundo empresarial se mantiene la etiqueta de traje. Pero si no estás seguro/a, siempre mejor pasarnos un poco de formal que al revés. Es más sencillo quitarse una corbata que sustituir unos vaqueros.

3. Llega a tiempo

Por pura cuestión logística, llegar temprano nos permite asegurarnos de que todo marche bien. Cuando no es así, tener tiempo de sobra permite salir de apuros sin que pidamos que nos trague la tierra. Y unos minutos libres para ir al baño y también para relajarnos antes del momento de la verdad suelen ser necesarios como método para liberar ese estrés que nos machaca justo antes de comenzar a hablar.

Y por fin llega el momento que estábamos todos esperando. ¿Qué hacer justo en esos primeros segundos para que sean gloriosos y no fatídicos?

4. Sonríe

La sonrisa al hablar en público es positiva por partida doble. Por un lado transmite seguridad a nuestra mente y ésta luego la retransmite al resto del cuerpo. Por otro lado, la sonrisa comunica buena voluntad por nuestra parte y esto se contagia a las demás personas. Así, sonreír desde el principio refuerza la seguridad en nosotros mismos y ayuda a que caigamos bien.

5. Espera, no corras

Una vez estés en el escenario, listo/a para comenzar a hablar, no corras. Normalmente, a la gente le toma algunos segundos acomodarse y darse cuenta de que la presentación va a iniciar. Espera a que todos estén callados y prestando toda su atención. Cuenta unos segundos más mientras sonríes, mira a un lado de la sala, mira al otro, mira al centro y, cuando tengas la total certeza de que la atención es 100% tuya, comienza.

6. Ve al grano

En las reuniones de trabajo, la gente suele ir siempre con prisas. Aunque francamente, dentro y fuera del trabajo, hoy parece que todo el mundo vaya con el tiempo encima. Por eso, si bien te has dado tiempo antes de comenzar a hablar, cuando empieces hazlo con fuerza. Inicia de manera sorprendente y asegúrate de decir en el primer minuto qué van a obtener al escucharte, y por qué tiene que interesarles. Esto les asegurará a ellos que su tiempo será bien usado, y a ti te dará unos minutos de su atención.

Lo que de verdad importa

El envoltorio cuenta, pero al final lo que vale es el contenido del paquete. En otras palabras, la primera impresión es importante, pero no lo es todo. Por eso, si bien cada uno de estos seis pasos es importante, si tuviera que quedarme con uno, sería la preparación. Porque ésta es la verdadera clave del éxito al hablar en público.

Una buena primera impresión sin el respaldo de un contenido adecuado hace que se terminen mostrando tus verdaderos colores. Y guapo pero sin sustancia nunca es buen partido. Pero si metes la pata como en la historia del inicio, pero tienes cómo recuperarte, es posible que haya esperanza.

Asegúrate de dar lo mejor de ti desde el principio, pero siempre ten presente que para triunfar hay que poder llegar al final.

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