Malacostumbrados por “el progreso”, hemos perdido la capacidad de apreciar las cosas más básicas. La tecnología nos ha abierto muchas puertas pero también ha entrecerrado otras de importancia milenaria. La película The Artist, muda y en blanco y negro, nos muestra un ejemplo clarísimo de aquello que hemos podido olvidar o, al menos, ocultar tras bastidores. La importancia de lo que nos puede transmitir el cuerpo cuando nos comunicamos con el mundo.
No estamos acostumbrados al cine mudo
Tras décadas de technicolor sonoro, la inmersión sin anestesia en el cine mudo puede ser dura. No estamos acostumbrados a tanto “silencio”. Nos cuesta apartarnos de la palabrería cotidiana. Aun así, al cabo de unos minutos (largos), los prejuicios son superados por la calidad de la producción y nos permitimos regresar al nivel más primitivo de la comunicación. El del lenguaje del cuerpo.
¡Qué olvidado tenemos al lenguaje corporal!
Y es que el bombardeo constante de ruido en el que nos desenvolvemos hace que se nos atrofien los sentidos, ya sea por intrusión o por falta de uso. Los ciegos y los sordos, carentes de uno de los sentidos, desarrollan grandemente el oído o el olfato, lo que les permite “sentir” determinadas cosas con muchísima mayor intensidad que el resto de nosotros. Del mismo modo que sucede en una Cena de los Sentidos, hora y media frente a una película muda nos da permiso para explorar sensaciones hace mucho olvidadas.
La imagen vs. La palabra
Como dice el proverbio chino, una imagen vale más que mil palabras. Si bien, a lo largo del film, se nos ofrece una pequeña ayudita al mostrarnos una que otra frase escrita, la gesticulación, las expresiones y un poco de lectura labial, hacen no sólo que la trama sea entendible, sino que incluso divertida. A pesar del blanco y el negro…
Transmitir emociones sólo con la expresión
A veces basta con una mirada para hacer llorar, o una sonrisa para producir una carcajada cosa que, lograr con palabras, puede resultar complicado o, al menos, confuso. Sólo hace falta recordar la cantidad de malentendidos que se producen a diario a través de los mensajes de texto que intercambiamos con nuestros teléfonos móviles.
Sin un contenido claro y estructurado no hay comunicación
Albert Mehrabian demostró que (en contextos determinados) 55% de la comunicación es responsabilidad del lenguaje corporal. Queda clarísimo, entonces, que el lenguaje del cuerpo es fundamental para hacerse entender. Aún así, el otro 45% (7% verbal y 38% tonalidad) no deja de ser imprescindible. Para los comunicadores, la película The Artist deja, al menos, un mensaje bastante claro. El “sonido” es fundamental. Sin un contenido verbal claro y estructurado, acompañado de una variación vocal adecuada, prácticamente no hay comunicación (con el perdón de la PNL). Por supuesto, sin dicho 45% es imprescindible intentar sacar el máximo provecho al cuerpo para facilitar el entendimiento pero, en su ausencia, es necesaria la exageración. El sonido revolucionó el mundo del cine y se rompió todos sus esquemas, naciendo nuevas estrellas, modificándose totalmente los registros de actuación y modulándose el uso del lenguaje del cuerpo.
Modulando el lenguaje corporal
Al hablar en público debemos tener en cuenta el tipo de público, el mensaje qu
e queremos transmitir y el espacio en el hemos de presentar.
El tipo de público determinará, en gran medida, la finalidad del discurso y la tesitura en la que tendremos que desenvolvernos. Hablar ante un grupo de adolescentes no tiene nada que ver con dar un sermón en una iglesia.
El mensaje a transmitir determinará la variación en la energía empleada que deberá ser acompañada de un lenguaje corporal acorde al contexto.
Finalmente, el lugar en el que damos el discurso dictará la intensidad de la gesticulación y de los movimientos que usamos en la puesta en escena. A mayor el espacio y el número de asistentes, mayor la intensidad necesaria para transmitir correctamente el mensaje. Lo mismo sucederá a la inversa: mientras menor de lo uno, menor de lo otro…
En sentido general, probablemente el mensaje más claro que nos brinda la película sea que el cambio es inevitable y que el que no lo acepta desaparece. Llevando la analogía a la oratoria podríamos decir que lo de siempre aburre y que en la variedad está la clave.
Imágenes de canburak y Emerson Del Sent
Interacciones con los lectores