Vocalizar o no vocalizar: Técnica para hacer que nos entiendan

Es muy fácil no entenderse con los demás, incluso cuando hablamos el mismo idioma. Acentos, modismos, jerga (local y técnica) hacen que nos cueste lograr que lo que decimos y lo que entienda el otro sea lo mismo.

En un modelo de comunicación interactiva participan diversos elementos. Según quién hable del asunto, pueden ser más o pueden ser menos.

  • Emisor: Quien emite el mensaje. Ejemplo: Ponente.
  • Receptor: Quien recibe el mensaje. Ejemplo: Público.
  • Mensaje: Aquello que se está intentando comunicar. Ejemplo: “Mi producto es el que mejor se adapta a tu necesidad. Cómpralo.”
  • Canal: El medio a través del cual se intenta comunicar el mensaje. Ejemplo: La voz.
  • Feedback: Reacción del receptor ante lo que recibe del emisor. Ejemplo: Indiferencia.
  • Ruido: Todo lo que dificulta la llegada efectiva del mensaje al receptor. Ejemplo: Uso de florituras en el discurso.

Al hablar en público podemos controlar (en cierta medida) prácticamente todos estos elementos. Incluso me atrevería a decir que tenemos algo de control sobre el receptor, gracias al feedback que obtenemos de éste. No obstante, a veces podemos descuidar el “ruido” que interfiere entre nosotros y el correcto entendimiento del mensaje por parte del receptor. Evidentemente, no siempre tendremos las herramientas para controlar todo el “ruido”, pero en determinados casos sí tendremos control sobre parte de éste.

Algunos ejemplos de ruido que están bajo nuestro control:

Uso de lenguaje técnico.

-Resultado: Falta de entendimiento.

-Solución: Usar un lenguaje más llano.

Voz demasiado baja.

-Resultado: No nos escuchan en toda la sala.

-Solución: Siempre buscar hablar a la última fila.

Sonido demasiado alto.

-Resultado: Molestia auditiva.

-Solución: Hacer una prueba de sonido antes, y modular durante (si la prueba no ha sido suficiente).

Un caso muy común de ruido es la mala vocalización. Según la Real Academia de la Lengua, vocalizar es articular con la debida distinción de vocales, consonantes y sílabas de las palabras para hacer plenamente inteligible lo que se habla. Si vocalizamos mal, no se nos entiende, y punto.

Hay dos contextos en los que una adecuada vocalización cobra especial importancia:

  1. Ponente local (hablando en su propio idioma), público extranjero.
  2. Ponente extranjero (hablando en idioma extranjero), público local.

En estas situaciones, no articular como es debido puede suponer confusión, incomprensión y falta de impacto. Lo digo por experiencia propia. En muchas ocasiones, hablando tanto en inglés como en español, quiero ir tan rápido que descuido el cómo pronuncio las palabras y esto tiene consecuencias negativas sobre el resultado de la ponencia, uno de ellos (por no decir el más importante) la pérdida de la atención y, como consecuencia, del interés.

¿Cómo vocalizar mejor?

Con un corcho.

Ejercicio para vocalizar mejor

Olivia Schofield, Campeona Europea de Oratoria de 2011 me enseñó un ejercicio muy útil para calentar los músculos de la mandíbula y facilitar así la correcta vocalización sin tener que pensar en ésta durante la ponencia.

Antes de salir al escenario:

  1. Corta un corcho (tapón de botella de vino) por la mitad.
  2. Colócalo entre los dientes delanteros (como en la foto).
  3. Recita una buena parte de tu discurso con el corcho entre los dientes sin dejarlo caer. Con 3 a 5 minutos es suficiente.

El resultado es brutal. Como por arte de magia dejo de balbucear y comienzo a hablar más claramente. Como resultado de esto, tomo el control de la situación y el público entiende cada palabra que digo durante mi ponencia.

¿Te cuesta que te entiendan cuando hablas en público? Tómate un buen vino (preferiblemente no el día de la ponencia), recicla el corcho y haz este ejercicio de calentamiento.

Hazlo por tu público y hazlo por ti. Porque vocalizar perfectamente cuesta pero con un poco de esfuerzo todos podemos llegar a hacerlo.

ENTRADA RELACIONADA:

Fotos cortesía de mi flamante esposa, Eva.

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