¿Sabías que solo con tus gestos puedes influir sobre las personas y que lo que dice tu cuerpo hará que confíen en ti y te respeten, o dejen de hacerlo? En este vídeo te enseño a usar un lenguaje corporal persuasivo para ganar influencia gracias a tus gestos y así conseguir el respeto de los demás y lograr que las personas te vean como alguien a quien vale la pena escuchar.
Tu primera impresión en muy pocos segundos
¿En cuánto tiempo crees que las personas se hacen una primera impresión de ti?
Según quién te lo diga, entre 7 y 30 segundos. El número exacto es irrelevante. Lo importante es que ocurre en poco tiempo.
¿Esto qué significa? Que tu primera impresión está completamente condicionada por lo que vemos de ti, razón por la cual es importantísimo que sepas lo que dices con tu cuerpo.
Si lo haces bien, te ganarás el respeto y la confianza de la gente con facilidad. Si no, es muy probable que te ignoren o que se alejen de ti, lo que puede ser muy negativo a nivel social y profesional.
¿Qué puedes hacer para proyectar tu mejor primera impresión a través de tus gestos?
Imagina que tienes tu reunión más importante hasta la fecha; esa que puede cambiar el rumbo de tu vida. Hoy es el gran día y sientes gran entusiasmo.
Llevas semanas preparándote. Te has vestido para ganar y piensas comerte el mundo.
Escenario 1:
Tras esperar unos minutos en el vestíbulo, te invitan a pasar a la sala de reuniones donde te recibe una persona con un cargo importante. Os cruzáis la mirada y notas una especie de flechazo instantáneo. Caminas con paso firme y la certeza de que vas a mostrarle tu mejor versión.
En un intercambio de sonrisas, os dais la mano (siempre con gel hidroalcohólico cerca), dando unos buenos días sinceros, mientras la energía en el ambiente te da un buen presentimiento.
Escenario 2:
Camino a la entrevista, te encontraste con un tráfico mucho más denso de lo habitual. Aunque saliste temprano de casa, tuviste que correr por las escaleras para no llegar tarde. Sudado, ansioso y casi híper ventilando, te reciben en recepción y te hacen pasar al instante.
Al pasar al despacho, te cruzas la mirada de quien te está esperando y sientes una especie de frialdad, casi de decepción. Cabizbajo, tu reacción es la de romper el contacto visual ya que sientes que la situación te supera. Sin mirarte ni darte la mano, te pide que te sientes, dándote la sensación de haber comenzado con mal pie.
¿Cómo crees que va a desarrollarse cada uno de los escenarios? Por favor dímelo en los comentarios…
Tu primera impresión es la reacción inconsciente que produces en los demás en un primer contacto contigo y condicionará cómo te traten a partir de ese momento.
Las tres preguntas que nos hacemos en la primera impresión
Según Vanessa Van Edwards, investigadora y fundadora de la empresa Science of People, decidimos si nos vas a caer bien y si confiaremos en ti en cuestión de segundos. Es un juicio instantáneo que ocurre incluso antes de escucharte hablar.
Por cuestiones evolutivas relacionadas con la supervivencia, nuestro mecanismo de defensa nos lleva a decidir al instante si tenemos que luchar o salir corriendo y lo decidimos buscando la respuesta a tres preguntas cruciales:
- ¿Es amigo o es enemigo?
- ¿Es ganador o perdedor?
- ¿Es aliado o rival?
Lo primero que buscamos saber es si estamos a salvo o en peligro. Si es amigo, no hay nada de qué preocuparse. Si es enemigo, puede que sí.
Por eso, tenemos que descubrir inmediatamente si es ganador o perdedor. Esto nos ayudará a conocer su capacidad para llevar a cabo las intenciones con las que ha llegado.
Si es “enemigo” y “ganador” es muy probable que nos ataque y nos haga daño, en cuyo caso tendremos que decidir rápidamente si huir o defendernos. Si es “amigo” y “ganador” seguramente vendrá en son de paz y bajaremos la guardia. Si es “amigo” y “perdedor” dejaremos de hacerle caso porque no nos aportará nada.
Una vez entendemos que es “amigo” y “ganador”, querremos saber si es un potencial “aliado”, es decir, si podría estar en disposición de usar sus capacidades para una posible colaboración.
No, en el mundo civilizado ya no estamos en constante alerta porque no hay verdaderas amenazas de muerte. Pero el efecto de la primera impresión sigue estando activo en nosotros y nos sirve para decidir con quiénes comenzar a estrechar lazos.
Cómo mostrar un lenguaje corporal persuasivo, capaz de influir sobre las personas
Al cuidar nuestra primera impresión y lo que decimos con nuestros gestos, podemos condicionar el cómo contesten los demás a estas tres preguntas sobre nosotros y, por tanto, el trato que recibiremos de ellos y lo que consigamos al interactuar.
Vamos una a la vez.
Pregunta 1: ¿Amigo o enemigo?
Para que la otra persona conteste “amigo”, la clave está en buscar que se sienta cómoda en tu presencia, al verte como alguien con buenas intenciones. Esto lo conseguirás con transparencia y contagio emocional positivo.
Cuando tus intenciones no son transparentes o, parecen no ser buenas porque proyectas una emoción negativa, la otra persona se sentirá incómoda y querrá buscar una salida.
En cambio, como dice Chris Voss, antiguo jefe de secuestros del FBI, cuando la otra persona se siente bien contigo, la haces más inteligente. Esto es porque su mente inconsciente deja de preocuparse y permite a su mente consciente prestarte atención.
El gesto para transmitir transparencia de intención es la muestra de las manos con la palma abierta y libre de objetos. Una mano abierta es una mano desarmada, que no viene a atacar. De ahí el apretón de manos en occidente (en un contexto sin Covid).
Evita esconderlas en los bolsillos o detrás de ti, y tenlas visibles, al menos en el primer momento.
Además, los seres humanos somos seres emocionales y nos contagiamos las emociones mutuamente. Si quieres que la otra persona sienta una emoción determinada, has de sentirla tú primero y luego proyectarla a través de la expresividad de tu cara.
En ese primer encuentro, sonríe o, al menos, muestra un gesto amable. Esto transmitirá buena voluntad y permitirá a la otra persona sentirse bien.
Pregunta 2: ¿Ganador o perdedor?
Para que la otra persona conteste “ganador”, la clave está en proyectar un alto nivel de seguridad, que se interpretará como capacidad o competencia.
Imagina a alguien que se siente derrotado: una persona que acaba de perder una competición, ha recibido una muy mala noticia, o está desesperada por sus circunstancias actuales. ¿Qué ves?
En términos evolutivos, la fuerza física siempre ha estado asociada a la capacidad de conseguir lo que te propones. Un lenguaje corporal débil significaba incapacidad para proveer. Un lenguaje corporal fuerte, decía todo lo contrario y aumentaba tu valor social.
Alguien que proyecta seguridad, normalmente se siente confiado sobre sus capacidades y, por tanto, ayuda a que los demás confíen.
Puedes transmitir seguridad y confianza con tus gestos a través de los ojos, las manos y el cuerpo.
Esquivar la mirada puede significar inseguridad, mentira o indiferencia. En cambio, mantener el contacto visual suele ser muestra de que crees en lo que dices y que no tienes nada que esconder.
Cruzarte de brazos puede transmitir indiferencia, inseguridad o cerrazón, diciendo entre líneas que no te apetece estar aquí. En cambio, abrirte de brazos y dejar que tus manos gesticulen, te muestra como alguien abierto y confiado.
Por último, la palabra estatus y estatura tienen la misma raíz. Esto viene del hecho que la postura corporal impacta, no solo sobre lo que perciben los demás, sino lo que sientes dentro de ti. La serotonina, que es la hormona asociada a la autoconfianza, es segregada en mayor volumen cuando asumes una postura erguida que cuando tienes una postura encorvada.
¿No me crees? Haz una pausa por un momento y asume una postura encorvada durante unos segundos, luego una erguida otros tantos segundos… ¿Qué sensación te produce cada una? Dímelo en los comentarios.
Pregunta 3: ¿Aliado o rival?
Para que la otra persona conteste “aliado”, la clave está en conseguir que se sienta importante en tu presencia. Es una necesidad humana.
¿Recuerdas alguna conversación en la que la otra persona parecía que estaba solo físicamente presente, mientras su mente estaba en otro lugar? ¿Cómo te sentiste? Seguramente mal.
Cuando nos escuchan atentamente, nos sentimos valorados e importantes.
Es por ello que, al interactuar, no basta con que tengas la intención de prestar atención; tienes que demostrarlo físicamente. Esto lo conseguirás con todo tu ser, aunque de manera específica con la cabeza, el torso y los pies.
Con la cabeza, se dará cuenta de que le escuchas a medida que asientes cuando estás de acuerdo.
Mirarle a los ojos, además de ayudarte a mostrar seguridad, facilita la conexión porque, con el contacto visual, ambas personas segregan oxitocina, que es la hormona de la confianza y el acercamiento emocional. Solo asegúrate de no imponer con una mirada fija y con visión de túnel, porque podría mostrar hostilidad.
Te reto: pídele a alguien de confianza (familiar o amigo) con quien puedas estar en persona, que haga el siguiente ejercicio contigo. Durante 30 segundos, miraos a los ojos sin desviar la mirada y sin decir nada… Esas sensaciones físicas que comenzarás a sentir, son el efecto de la oxitocina.
Con el cuerpo también podrás decir que te interesa la conversación. Lo conseguirás mostrando el torso abierto en señal de accesibilidad y, además, inclinándote ligeramente hacia la persona al escucharla. Solo cuídate de no entrar dentro de su distancia personal que está a menos de 1,20 metros de distancia.
Por último, en una conversación presencial, hacia dónde apunten tus pies mostrará dónde está el foco de tu interés. Si apuntan hacia la persona, transmitirás mayor interés que si apuntan hacia otro lado.
Influye sobre las personas con tu lenguaje corporal
Amigo, ganador, aliado. Tres reacciones que conseguirás con tus gestos si los usas adecuadamente.
Y es que, aprender técnicas de lenguaje corporal es muy útil para poder auto evaluarse. De hecho, si le pides a alguien que te grabe en vídeo en una interacción o presentación, podrás descubrir lo que dice tu cuerpo. Así podrás reforzar lo positivo y mejorar lo negativo.
No obstante, te pido que no memorices los gestos y punto. Porque si lo haces e intentas forzarlos en tus interacciones, no se te verá natural y eso generará dudas en los demás.
La verdadera clave para usar gestos que influyen sobre los demás está en eliminar tus malas prácticas habituales y luego entender que el gesto natural es una consecuencia de tu estado emocional. Y si eres capaz de estar en control de tus emociones, tus gestos te ayudarán a influir sobre los demás.
- Si sientes verdadero interés por la otra persona, tu cuerpo se lo dirá y se sentirá importante.
- Si sientes aprecio genuino, tu cuerpo te acercará emocionalmente y se sentirá cómoda.
- Si sientes seguridad en ti y en lo que dices, tu cuerpo ayudará a que confíen.
Y en ese momento ocurrirá la magia de la influencia a través de tus gestos y te convertirás en alguien a quien los demás querrán escuchar.
Además, recuerda:
En igualdad de condiciones, quien comunica mejor gana.
Imagen de Clay Banks
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