¿Te da miedo exponerte ante el público?
¿Preferirías no mostrarte en redes sociales, en Google, en eventos?
…ya sea por timidez, por protección a tu intimidad (y la de los tuyos) o porque no quieres arriesgarte a hacer el ridículo.
Pero al mismo tiempo sabes que tu mensaje es importante, que de verdad ayudas y que si mucha gente te escucha puedes impactar de manera muy positiva a la sociedad.
Porque ya sea que te dediques (o quieras dedicarte) al coaching, a la formación, a la consultoría, a escribir libros, a emprender o estés trabajando intensamente por crecer profesionalmente en el mundo empresarial, a más personas escuchen tus ideas, mayor será tu influencia.
Existe un truco mental que te puede ayudar a supera el miedo a exponerte. Y te lo cuento en esta entrada.
El lunes pasado tuve una conversación reveladora con una clienta potencial a la que llamaré Lydia.
Lydia es autora.
Con un libro que ha vendido cientos de miles de copias, contactó conmigo porque le han pedido dar una charla en un evento y se encuentra bloqueada, algo a priori extraño, porque en el tú a tú es una persona abierta, confiada y con muchísima energía.
En una llamada telefónica de cerca de una hora de duración me dijo dos frases lapidarias:
“No quiero exponerme.”
“Quiero ayudar a muchas mujeres.”
Son dos frases que, conjugadas juntas, generan un cortocircuito.
¿Por qué?
Porque para ayudar a mucha gente, tienes que exponerte a mucha gente.
Porque si no te expones, alcanzas a muy poca gente.
Tu grandeza está fuera de tu zona de confort
Según un artículo publicado en la revista Forbes, el 90% de las personas sufre ansiedad, miedo o incluso pánico a la hora de hablar en público.
Y hablar en público en el siglo XXI implica, no solo subirse a un escenario y presentar frente a decenas (o incluso centenas) de personas. También implica mostrarte a través de internet.
Redes sociales, reuniones a través de Skype o Zoom, seminarios web en directo, vídeos para YouTube o Instagram TV…
Hablar en público en el siglo XXI = exposición pública y masiva, sea cual sea el canal.
Y sí, lo sé.
Da miedo.
Porque te saca de tu zona de confort, que es todo aquello que tienes controlado, porque lo has hecho en múltiples ocasiones y conoces el resultado.
La falta de práctica consigue que a la hora de hacer algo nuevo sientas incomodidad. Y si no eres nativo tecnológico y además no creciste en un entorno en el que se te empujaba a presentar tus ideas en público, es normal que el mero concepto de exponerte te saque mucho de tu zona de confort. Y eso incomoda muchísimo.
El problema es que si tienes un gran mensaje, una gran habilidad o un gran producto y y quieres impactar de manera positiva a los demás, tienes que exponerte.
Si no te expones, tu mensaje no llega a las personas a las que tiene que llegar. Es como si no existiera.
Si no te expones, no cumples tu propósito de ayudar a los demás con tu conocimiento. Los privas de tu grandeza.
Si no te expones, tus clientes potenciales no saben que existes y, por lo tanto, tu competencia te come (aunque tú lo hagas mejor que ellos).
En cambio, si te expones, a pesar de tus miedos e inseguridades, tu mensaje llega muy lejos, cumples tu propósito de ayudar a quienes lo necesitan y tu negocio florece.
¿Qué puedes hacer para evitar que el miedo te impida recoger los frutos que te ofrece esa exposición en público?
El poder de las fuerzas contrapuestas
Si has volado en avión alguna vez, es probable que te hayas hecho la siguiente pregunta:
“¿Cómo es posible que un aparato metálico tan pesado sea capaz de volar?”
La respuesta está en el equilibro entre dos fuerzas contrapuestas y el efecto que produce una tercera.
Por simplificar los conceptos…
La primera fuerza es la gravedad
Por sí sola, ésta hace que el avión se quede en el suelo como consecuencia de su peso y la atracción que ejerce la Tierra sobre éste.
La segunda fuerza es la sustentación
Dada la forma de las alas (y el trabajo de la tercera fuerza), el aire sustenta al avión permitiéndole volar, a pesar de la gravedad.
La tercera fuerza es el empuje
Con la potencia de la hélice o los motores, el avión avanza; primero cuando rueda en la pista y luego al volar en el aire (con la ayuda de la sustentación).
“¿Y qué demonios tiene que ver esto con mi miedo escénico, Sebastián?”
Los pasajeros son tu público. Están en un punto A, situación actual mejorable, y quieres llevarlos a un punto B, situación futura mejor.
El avión es tu mensaje. Éste transporta a tu público del punto A al punto B, de la situación A a la situación B.
El viaje es el proceso de transformación. Éste cambia o mejora la situación de tu público.
La gravedad es tu miedo. Ésta puede impedir que el viaje se lleve a cabo si no hay otras fuerzas que la contrarresten.
La sustentación es tu responsabilidad o deseo de contribución. Ésta lucha contra la gravedad o tu miedo para evitar que te paralice y te impida volar.
El empuje es la acción que te lleva a exponerte. Es la fuerza que, junto a la sustentación de la responsabilidad, te permite volar y conseguir que tu mensaje transporte a tu público.
Tú pilotas el avión. Tú presentas el mensaje que llevará al público a través de un proceso de transformación.
Y todo en conjunto interactúa de la siguiente manera:
- Igual que sin avión no hay viaje, sin tu mensaje no hay transformación.
- Igual que sin sustentación, la gravedad evita que el avión se mantenga en el aire, sin la sensación de responsabilidad, el miedo te dominará.
- Igual que sin empuje, el avión no avanza, sin acción no hay nada.
- Igual que sin pilotos el avión no vuela, sin ti (y tu acción), nada de esto ocurre.
¿Cómo atreverte a volar, a pesar de todo?
La clave está en el equilibrio entre gravedad, sustentación y empuje; entre miedo, responsabilidad y acción.
El miedo es útil porque te mantiene alerta y asegura que siempre mantengas el respeto hacia los demás.
La responsabilidad o deseo de contribución te recordará que, a pesar del miedo, tu labor es importante y te obligará a luchar contra éste… si tu compromiso es real.
La acción es imprescindible porque es ésta la que, en la lucha constante entre el miedo y la responsabilidad, te llevará a cumplir tu propósito.
La magia está en la sustentación, en tu deseo genuino de contribuir, de aportar, de ayudar a los demás. Porque cuando éste es al menos igual de intenso que tu miedo, tomar acción es solo cuestión de tiempo.
Ahora, yo te pregunto a ti:
¿Cuál es tu sustentación?
O dicho de otro modo, ¿cuán intensa es esa responsabilidad o ese deseo de contribuir que llevas dentro?
¿Puedes salvar vidas?
¿Eres capaz de cambiar la situación sentimental de una pareja?
¿Lo que aportas transforma completamente la economía de alguien y, por tanto, su futuro?
El truco mental para superar el miedo a exponerte es el siguiente: descubre tu responsabilidad y concéntrate en ella.
Luego haz que luche en igualdad de condiciones con tu miedo y verás cómo te resultará más fácil tomar acción; primer paso para tranformar a los demás.
¿Qué opinas sobre esto? Por favor déjame un comentario más abajo.
Imagen de Gary Lopater
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